13 julio, 2006

Chocolat martini

...me desperté mas tarde que de costumbre, mi cabeza daba vueltas y la botella de licor de avellana chorreando sobre mis pantalones suponieron una visión bizarra del despertar etílico que hace mucho no tenía. “Los perros abren los ojos a los siete días de nacidos, los pendejos nunca”. La inevitable realidad resuena en mis oídos mientras mi garganta me tortura amargamente, produciendo en mi una implacable necesidad de ingerir líquidos o bien expulsar los ingeridos. No puedo decidirme, así que mi cuerpo lo hace por mí. Tendré que lavar el baño. Ya no soy un niño, mi cuerpo me lo recuerda a cada paso que doy. El vodka con licor sabor chocolate no son, ni por mucho, una buena forma de inspirar confianza. Mi cabeza duele, mi nariz escurre un flujo claro, mis piernas tiemblan, mi alma aun duerme. El espejo me acosa con ideas torturantes de vanidad y discordia estética. Mis ojos, pequeños y hundidos, poseen hoy día un brillo cristalino bastante raro en ellos. No me gustan mis ojos, pero me gustan los tuyos, me gustaban cuando me reflejaba en ellos, y brillaban con una intensidad que nadie conoce mas que yo, que en ellos me reflejaba. Recuerdo cuando estábamos recostados uno al lado de otro. Tu cabello, admirablemente rizado, caía sobre un lado mientras tus puntiagudas orejas se crispaban tratando de capturar los sonidos que emitía, pues hablábamos en susurros, y yo no sé hacerlo bien. Tu rostro, tan liso y blanco enmarcado en esa especie de corona capilar, que te daba aspecto, parte de reina y parte de diosa. Tus pestañas, que son largas y extrañamente curveadas, orgullosamente naturales. Tu voz, extraña y bella, fuera de contexto y fuera de dimensión. Tu cuerpo extendido sobre esa cama, impersonal y ajena, enclavada en una habitación oscura, con solo un rayo de luz a la distancia, filtrándose por un resquicio de la ventana donde la cortina no alcanzaba a tapar. Recuerdo esa regadera en la cual una lluvia fría me devolvió a la realidad en el momento justo. La televisión que no funcionaba, el sonido de los autos corriendo fuera de la ventana. El espejo como infiel testigo de mi silueta en ese lugar. Añoro la botella de agua que dejamos sobre el mueble del hotel, donde estuvimos en la intimidad por primera vez. Añoro los momentos donde estábamos pensando en lugares distantes, porque no había que pensar en estar juntos, pues lo estábamos. Recuerdo tu espalda al salir de la habitación, recuerdo el helado que alguna vez comimos, recuerdo... recuerdo...
... hoy ya no tengo barba, la corte en un momento de insatisfacción estética, pero no me rasuro muy seguido. Sé que te gusté mas sin vello en el rostro, pero no soy amigo de las navajas sobre mis mejillas. Quisiera ser mas joven, quisiera ser más bello. Pero no lo soy. Y aun no sé que viste en mi ese día, solo sé que si no hubieras estado ahí, yo no seria lo que hoy pretendo ser. Un hombre que aun no abre los ojos, un intento de artista que busca una musa entre libros y botellas vacías, un remedo de estudiante que pretendía enseñar a vivir a sus maestros, un hijo desobligado, un hermano ausente, un amigo imperturbable... Es hora de abrir los ojos, pero los míos son pequeños, están rojos y tienen un brillo extraño esta mañana. Hora de salir a la calle. Hora de enfrentar el día. Añoro tus ojos y la forma en que me reflejo en ellos. El único espejo donde me siento bello, el único lugar que me llama a regresar, a verme de nuevo. Una conciencia gris y nevada, y una azul esperanza...
...lavo muy bien mi cara, abro la llave para una ducha helada, un momento de lucidez me regresa a la tierra, pienso, siento, la nausea se diluye en la nada. Un momento para recomponerme, un traje y la preparación para una cita anunciada. Abandono la habitación después de lustrar mis zapatos, mientras en mi recuerdo te imagino de falda, la historia de mi vida se aloja en un trozo de plástico y mi cara ahora luce una bien rasurada barba. Intento concentrarme en otra cosa, olvidarte un momento, pero no hay nada que pueda sacarte de mi mente; nada...
...tomo mi portafolios y el saco mientras escucho que mi perra ladra, tiene comida, la compañía del Stinky y agua, mucho agua. Abro la puerta para partir hacia mi ciudad, echo una ultima mirada hacia atrás, veo mi cama destendida, un rayo de luz filtrándose por la cortina de mi recamara, una sala vacía, una pared desnuda, una obra artística inconclusa, un alma entumida, un vaso de vidrio roto en la escalera. Pienso en ti, mientras cierro la puerta, intentando ignorar al vodka, que desde la cocina me llama...
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.The Doctor says: the alcoholism is a disease, but is funnier than cancer.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué puedo decir? Me dijiste que si lo deseaba podía comentar... pero hacerlo ahora me es extraño, mi ser se ha dividido en dos:

*Quien dice: Por algo me encanta este hombre, por algo me incita éste ser que se vive la vida a su propio ritmo y con su peculiar filosofía, esa misma de la que de vez en cuando te adueñas.

*Quien dice: Que envidia, porqué no soy yo la mujer a la que hace mención en ese relato? Que celos... quién es su inspiración?

Como sea, ambas partes coinciden en lo mismo, el corazón late a un ritmo distinto mientras te leo.

No te dejes vences jamás... Wo ai ni

4:59 p.m.  

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